lunes, 26 de marzo de 2012

La religión y las libertades

Las religiones (en España, podemos hablar de la católica por ser la mayoritaria, pero en realidad da lo mismo) son un cúmulo de contradicciones. Y yo me encuentro intentando entender los razonamientos de sus practicantes, simpatizantes y dirigentes, y, simplemente, no puedo. Por la simple cuestión de que no hay racionalidad que valga. Ya no hablo de creer o no creer, de si existe un dios o no. No me refiero a cuestiones teológicas. Me refiero a las implicaciones prácticas de las religiones.

Por supuesto que pienso que cada uno es libre de creer en lo que quiera, y de vivir su fe como mejor le apetezca (siempre que no haga daño a otros, pero ese es otro tema), pero lo que no creo es que los demás deban pagar (literalmente, o no) por las creencias de otros. Y que todos tenemos los mismos derechos a expresarnos. Y eso es algo que, últimamente, está quedando bien claro que no es así.

El jueves santo había convocada una manifestación laica en Madrid, en contra de los privilegios que la iglesia tiene al compararla con otras instituciones españolas. Esta manifestación ha sido prohibida, según la delegación del gobierno, basado en "la necesaria protección del derecho a la libertad religiosa".

Pues no, señores de la delegación, aquí ni hay libertad ni hay nada. Porque resulta que en esta manifestación nadie le está diciendo a nadie qué debe creer o cómo debe vivir su fe (vamos, la libertad religiosa esa), sólo se está pidiendo que cada uno se pague su religión. Claro que si la libertad religiosa tiene que incluir el "a costa de los impuestos de los demás" entonces, perdónenme, pero no he entendido bien el concepto. 

Además, leyendo la nota de la delegación del gobierno, llego a la conclusión de que la manifestación se prohíbe porque los católicos son personas terribles y vengativas que se van a enfadar mucho si el gobierno deja a los ateos salir a la calle en un día tan señalado, y claro, puede que se monte una nueva cruzada o incluso una inquisición. Si en realidad lo hacen por nuestro bien, para protegernos de la ira de... los que creen en dios.

Esperando me quedo a que en el próximo Ramadán, que además cae en verano, prohíban a la gente tomar algo en las terrazas, que los musulmanes no pueden comer ni beber y está muy feo que nosotros nos pongamos tibios a bravas y tinto de verano. Que somos unos insolidarios y unos nazis, coñe.

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